Pandemia, trabajo, mujer y crisis social

Por Eva Bahamonde T. @EVAGABRIELABT  Asistente Social de profesión y oficio

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Pandemia, trabajo, mujer y crisis social



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Por Eva Bahamonde T. @EVAGABRIELABT 
Asistente Social de profesión y oficio



Este es el segundo año de la pandemia y lo que ha mostrado es el lado más cruel de la desigualdad, lo que ya sabíamos, pero que la mayoría prefería omitir, mostrando cifras positivas de lo avanzado y desarrollado que estaba nuestro país.

 Sin embargo, durante el último año en que la vida diaria se ha realizado mayormente en el espacio doméstico, es cuando observamos cómo se ha agudizado la violencia contra mujeres y por ende a la infancia, al considerar el aumento de la carga laboral doméstica y de cuidados como uno de los múltiples factores que ha desmejorado la calidad de vida de las mujeres durante esta crisis sanitaria, social y política, así como también la precariedad del empleo remunerado y los obstáculos para salir a obtener el soporte económico para sus familias, considerando además que son las mujeres quienes en su mayoría desempeñan en empleos informales.

Si bien es cierto este confinamiento ha aumentado la tasa de desempleo, tanto para hombres como para mujeres, la precarización contractual de estas últimas, reciente la economía de los hogares monoparentales donde la jefatura de hogar está en manos de una mujer.

Y si a actividades remuneradas nos referimos -por lo general-  a las ocupaciones que por naturaleza del sistema se le asocia a la mano de obra femenina, son las que más han afectado el mercado durante la pandemia. Esto según el análisis desarrollado por INE sobre la empleabilidad, tomando como ejemplo; servicios de ventas, alojamientos, trabajo doméstico remunerado, entre otros.

Considerando que la mayoría de los hogares sobrellevan una gran carga de tareas domésticas: cuidado de niños, niñas, adolescentes, adultos mayores y personas en situación de discapacidad, nos encontramos nuevamente que la mayor carga laboral y responsabilidad de estos cuidados de quehaceres recae, nuevamente, en las mujeres. Como si fuese parte de su naturaleza solo por el hecho de ser mujer, que incluso cuando alguna no realiza ese mandato que culturalmente es heredado, se ve cuestionada e indicada como una mala persona. Se puede añadir a esto, el cierre de los establecimientos educacionales y salas cuna, lo que adicionalmente le responsabiliza llevar adelante procesos pedagógicos para los cuales muchas veces no existen las competencias ni el tiempo para realizarlo.

El estudio “Radiografía al hombre cero”, realizado por el Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales en conjunto con ONU Mujeres y el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, un 38% de los hombres dedicó 0 horas semanales a realizar tareas domésticas, el 71% dedicó 0 horas al acompañamiento de sus hijos e hijas en tareas escolares y un 57% dedicó 0 horas al cuidado de niñas y niños. Según los resultados de este estudio podemos descifrar que según las estadísticas las niñas desde muy pequeñas ya reconocen las labores del hogar como propias, pero la gran mayoría de los varones no son socializados en ellas.

Existen personas que opinan que eso ya no sucede y que debido a sus propias realidades muchas veces creen que las desigualdades de género son exageraciones de movimientos feministas y que eso sucedía en el pasado no en estos tiempos. Pero las estadísticas de diversos estudios e investigaciones durante la pandemia nos ha hecho visibilizar en la agenda pública que las políticas públicas no permiten generar la equidad para mujeres y hombres. Reconociendo a compañeros que sí son parte de estos procesos, pero no cuentan con el apoyo del Estado para ejercer su derecho al cuidado de la familia, siendo el Estado el que lo continúa viendo solo como proveedor.

Es el cuidado de la familia que sigue siendo responsabilidad de las mujeres, en el mismo “Código del Trabajo”, los permisos de maternidad son explícitos para las madres, siendo un precario permiso para los padres,  en ese sentido, en este nuevo pacto social debemos equiparar la política pública instalando la corresponsabilidad tanto parental, marental, como social en el cuidado y protección de la familia. Mediante un estado solidario basado en el bienestar social de sus habitantes, garante de derechos.

Desde el 8M del año 2019 y la revuelta social de octubre del mismo año, la profundización de la precarización de las desigualdades sociales que se venían develando nos ha demostrado que el Estado no ha podido establecer políticas públicas efectivas, que contengan los efectos sociales, económicos y emocionales a las y los chilenos, menos la agudización de la violencia hacia las mujeres y la infancia en sus diversas expresiones.

Las respuestas siguen siendo de índole colectiva las iniciativas continúan siendo ciudadanas y territoriales, ya que han sido alternativas concretas para hacer frente a necesidades básicas, alimento, calefacción, consumos básicos, donde la economía popular, la autogestión y el abastecimiento de la otra ha surgido innato como parte del sentido común de apoyar a las compañeras.

Hoy y como siempre, conmemoramos el día de la reivindicación de los derechos laborales.

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